Universidad Brown, El Instituto Watson de Asuntos Internacionales

Un atrio de tres pisos, casi del largo de la manzana, organiza el programa de usos para el alumnado, el cuerpo docente y los académicos y expertos visitantes; el atrio acristalado vincula también todos los espacios, incluida una extensa biblioteca, aulas y salas de conferencias, e inunda de luz natural el interior.

El Instituto Watson de Asuntos Internacionales de la Universidad Brown surge del proyecto de Thomas J. Watson Hijo de crear un centro de investigación y enseñanza que abordara los problemas más apremiantes del mundo del momento. Promueve la labor del alumnado, del cuerpo docente y de los académicos y expertos visitantes, que analizan los problemas globales contemporáneos y desarrollan iniciativas para abordarlos. En el plan de diseño se incluyen oficinas para los investigadores, una amplia biblioteca, espacios para aulas dedicadas a los estudios de relaciones internacionales y salas de conferencias más grandes para seminarios y disertaciones.

Originalmente disperso en cinco lugares del campus de la Universidad Brown, el Instituto Watson queda ahora reunido en un solo emplazamiento cerca de su centro. Es el primer edificio en un nuevo cuadrángulo académico en desarrollo por la universidad. El diseño se propone maximizar la interacción entre los grupos de investigación valiéndose principalmente de un atrio de triple altura, cuyo largo abarca casi toda la longitud del solar y la manzana, para organizar la circulación, además de inundar de luz natural el interior.

Se diseñaron instalaciones de telecomunicaciones de última generación para el edificio a fin de que sus usuarios estén al día de lo que ocurre en todo el mundo. Las evaluaciones iniciales del espacio para la nueva estructura permitieron aumentar considerablemente la superficie disponible para albergar los programas de investigación y un mayor número de visitantes del instituto.

Los espacios que conforman las «unidades» compartidas del programa se encuentran a un lado del atrio, en dos distintos volúmenes cúbicos acristalados que marcan la parte posterior del emplazamiento. La fachada orientada a la calle contiene espacios pensados para ser utilizados por solo pocas personas. El atrio se convierte así en la zona de paso obligada para desplazarse desde cualquier área del edificio a otra, uniendo los espacios dispares que ocupan la instalación.